Vete, vete de dónde nunca fue tu sitio, no esperes tu turno para sentarte en la silla que te pertenecía.
Deja de insistir en lugares dónde el primer lugar para tí siempre estuvo ocupado.
Cambia las condiciones que te impusieron por la libertad de las tuyas.
Recoge el amor propio que te han tirado por los suelos, y ponlo como prioridad en tu lista de los "yo puedo".
Mírate en el espejo, baila y canta delante de él, esa eres tú, la misma que lo hacía con quince años.
No esperes nada de quien pusiste antes que tú, y si hace falta llora, grita, ríe, pero no perdones ni ames demasiado.
Termina de romper lo que ya tiene grietas, consigue lo que quieras que tú puedes sola, y hazte con un paraguas donde no sólo resbalen las gotas.
No esperes en el cuento con final feliz, porque no existen, a pinocho al final siempre le va a crecer la nariz.
El príncipe no te va a salvar por un puto beso, ni quieras un estúpido vestido de tu hada madrina para que te lo quite a las doce.
Vuelve a coserte las alas todas las veces que te haga falta y vete de ahí.
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