domingo, 21 de agosto de 2022

SIMPLEMENTE...

Un solo día para sentirme tranquila, eso era todo lo que pedía. Tenía la incertidumbre rondando por mi cabeza de preguntarme si realmente valía la pena ocupar el 90% de mi tiempo en asuntos externos a mí bienestar.

Estaba siempre corriendo de allí para allá, tratando de cumplir con las obligaciones que tenía sobre mis hombros que requerían mi atención y mi esfuerzo constantemente, así que nunca quedaba lugar en mi día para dedicarme exclusivamente a mí. Ya saben, el trajín entre la casa, los niños, el trabajo, los pagos, las compras, los imprevistos y todo lo que surgía de urgencia que tenía que resolver.

Y empecé a sentirme tan cansada y sin fuerza, que levantarme de la cama me costaba un montón. A veces nisiquiera dormía bien, porque tenía que madrugar a terminar los pendientes del día anterior, pero el cansancio mental me agobiaba a todas horas. Era una lucha entre el querer hacer más y el poder cumplir lo que tenía que hacer a duras penas. Pero ahí estaba yo, siempre lista para buscar las soluciones a los problemas que aparecian. 

"¡Yo puedo con todo!" siempre me lo repetía, hasta que la energía se me agotó y no pude levantarme durante todo el día, me pesaban mucho los brazos y las piernas, no podía mantenerme en pie y mucho menos bañarme o dirigirme a la cocina en busca de algo para comer. Estaba sola en casa, ya los niños estaban en el colegio y yo, que a esa hora ya habría tenido el tiempo justo para arreglar la casa, cocinar la comida y resolver asuntos del trabajo, me sentía avergonzada por no tener suficientes ganas para salir de la cama. 

Decidí que ese momento de cansancio extremo lo ocuparía para dormir todas las horas que me habían robado las ocupaciones diarias y así fue, desperté hasta en la noche, cuando ya todos dormían. Me mire al espejo y reconocí a esa mujer fuerte que todavía estaba allí detrás de las ojeras, me tomé una ducha con agua caliente y me relajé. 

Ese día en el que aparentemente no hice nada, habia hecho mucho por mí. Me había tomado el tiempo que merecía y que además tanto necesitaba. Descubrí que el mundo no se convertiría en un caos, sí yo no estaba asumiendo la responsabilidad de mantenerlo en orden. Entendí que mis hijos estarían bien si veían una mamá llena de energía y fuerte, pero también lo estarían si me veían descansar de una agotadora y extenuante semana. 

Así me dí cuenta que mi responsabilidad principal es cuidar de mí siempre, para poder cuidar de todos con la fuerza que me ha caracterizado, que hacer algo por mí misma es el mejor combustible para mantener full mi tanque de energía. Aprendí que ser una mujer multitareas no necesariamente requiere exigirme más de la cuenta, que puedo hacer lo que esté a mi alcance en el momento y terminar luego lo que falte, pues nadie más hará por mí bienestar lo que yo no haga por mi parte.

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